28/2/08

INMIGRANTES EN BUSCA DEL DORADO.

Muchos de lo que vienen tienen estudios superiores y experiencia, pero solo encuentran trabajos precarios.

España se ha convertido en un país deseado por millones de inmigrantes que vienen en busca de un sueño, muy pocos consiguen cumplirlo.

Desde hace una década millones de inmigrantes han convertido a España en el país donde poder materializar sus sueños e ilusiones de un futuro mejor. Pero la realidad es mucho más cruda y España no es el dorado, esa ciudad imaginaria que buscaron con ahínco los conquistadores españoles. Ni tan siquiera tener carrera o experiencia laboral en sus países de origen sirven para garantizar un buen trabajo. Cada uno tiene sus razones para emprender una vida lejos de los suyos, Para unos pocos estudiar, aprender; para la mayoría, escapar de la penuria o de las persecuciones, buscar más oportunidades o, simplemente, beneficiarse de un mejor nivel de vida. Muchos piensan que le va ha ir como en las películas y que no tardaran en conseguir un buen empleo y una casa para reunir la familia. Otros solo quieren probar suerte con la vaga esperanza de que, con buena formación y experiencia, la ciudad de acogida les dará mas oportunidades. Nada más lejos de la realidad. Siempre hay un peaje que pagar y muy a menudo uno sacrifica su estatus, su formación y su vocación por salarios que no llegan ni a 500€, con jornadas interminables y casi ningún derecho, por lo menos al principio.

Babara Valdez dominicana es una de los millones de inmigrantes que han decidido probar suerte en España y buscarse un hueco en el complicado mercado laboral. Estudio de Marketing y Secretariado pero confiesa que encontrar trabajo “es más difícil de lo que esperaba. Vine aquí porque quiera un cambio y buscaba donde vivir” después de dos años y medio en España.

Licenciados

Algunos consideran el paro entre extranjeros como algo pasajero; otros lo explican por la globalización o piensan que el mercado español es igual de duro para todos. También hay quien cree que los diplomas extranjeros se aceptan con recelo “A todo esto hay que añadir la poca fiabilidad de la propia economía española, cuya capacidad de absorción de sus propios profesionales esta muy por debajo de la media de los países altamente industrializados”, comenta enfadado Damas Ondoa, camerunés de 39 años y un doctorado de filología Hispánica. Cualquiera sea la explicación de esta desvalorización, la llegada de profesionales formados con experiencia supone un enorme potencial para el país receptor, pero muy a menudo es un drama para el inmigrante titulado y siempre una perdida para el país de origen.

Oportunidades

A sus 24 años Saddik Salimini ha tenido tiempo para acabar estudios de sociología en su Marruecos natal y, como pintor de participar en veintena de exposiciones y de hacer un montón de cursos de dibujos y pintura. Ha venido a España porque “aquí tengo parte de mi familia y para aprender más de arte y seguir estudiando, a lo mejor haré un doctorado. Me gustaría escribir algún estudio comparativo sobre las costumbres españolas y marroquíes” dice. Mientras tanto, trabaja como frutero a media jornada, y no le supone ningún trauma. Esta contento con la oportunidad que le han dado de ganarse la vida y sobre todo, valora que “me tratan con mucho cariño, como si fuera alguien de la familia” Damas Ondoa, que vino hace 9 años para hacer un doctorado con beca, tuvo que que trabajar para costearse la estancia. Lo hizo en el campo, vigilante nocturno, preparando pedido en un mercado en Madrid, participando en obras publicas o limpiando calles. “Seguramente no siente lo mismo el subshariano que se baja de la patera y en tres semanas se pone a trabajar de oficial o de albañil para una constructora. Estoy absolutamente convencido de que la permanencia en España, por muy larga que sea, no hace mas competitivo al inmigrante si no se acompaña sustancialmente de un proceso de revalorizacion individual para potenciar su capacidad productiva” dice dolido por verse abocado a trabajos poco calificados y sentirse estancado, aunque el mismo cuenta que “la necesidad y la urgencia de sobrevivir son los combustibles a la hora de entrar en el circulo vicioso de los subempleos” quizá por eso decidió volver a su país, donde le espera un buen trabajo.

En la voz de la dominicana Bárbara Valdez, de 36 años, se nota cierta tristeza. Reconoce que esta situación más triste de toda su vida en España, porque al estar sin permiso no puede incorporarse plenamente en la vida laboral y “he estado toda mi vida trabajado” se lamenta. Mientras espera cumplir los tres años de estancia para poder solicitar permiso por arraigo y poder buscar ofertas más acordes a su perfil, aprovecha el tiempo haciendo cursillos de camarera, de cocina, de emprendedora “yo no puedo violar el sistema, es un proceso y no puedes adelantarte, es una decisión que he tomado. Hay que darse un tiempo y respetar las condiciones que hay, aprender, esperar y ver que pasa…. Por que no es lo uno quiere, sino lo que puede”, comenta con aceptación pero no con resignación.

Maria Mileva Búlgara, de 43 años esta radiante: ya tiene el diploma convalidado lo cual multiplica las posibilidades de éxito en el camino escogido. Maria es una fuente infinita de optimismo, sabiduría y vitalidad. Tiene un currículo envidiables: licenciada en Biología (especializada en hidrobiología y preservación de la aguas) y en económicas. Habla español, ingles, búlgaro y ruso, y además tiene 12 años de experiencia en un laboratorio farmacéutico y como profesora de ecología, biología, microbiología, bioquímicas, etc. Hasta ha obtenido el premio profesora del año y también es coautora de tres libros de texto de difusión sobre la comunidad europea. Sin embargo, trabaja cuidando niños y limpiando la casa. vino hace 5 años junto con su marido, empujados ambos por la difícil situación económica de su país. No conocían a nadie ni sabían el idioma habían dejado su hijo de 16 años al cuidado de sus abuelos.

SIN PAPELES

“Vine como ilegal pase por trabajos mal pagados y estrés por la separación de personas mas cercanas, pero sabíamos que aceptaban gente y nos lanzamos a la aventura. Se que siendo ilegal no puedes tener muchas pretensiones”, admite. Pero Maria esta feliz porque “Aquí la gente es tolerante hacia los extranjeros, un inmigrante tiene que trabajar mucho para generar confianza en sus posibilidades, tanto en lo personal como en profesional, pero para mis es una ventaja por que lo considero una oportunidad para crecer y perfeccionarme. Aquí vive personas de unos 170 país y esto es una riqueza cultural. Si la sociedad se abre para los extranjeros cualificados su enorme potencial trabajara y actuara a su favor. Creo que pronto podré ser más útil a mi misma y a la sociedad, pero espero solo que me den esta oportunidad”. Al contrario que nuestros 3 protagonistas que vinieron en búsqueda del Dorado, a Maria le gusta España y quiere hacer de este país su hogar para siempre.

CUANDO EL SUEÑO SE ROMPE

Gran parte de los inmigrantes, especialmente los “sin papeles” se ven sumidos en un estrés crónico y múltiple provocado por la avalancha de preguntas y estímulos de su nuevo entorno. Tanto es asi que el doctor Josefa Achotegui psiquiatra profeso titular de la universidad de Barcelona, habla de un nuevo trastorno, el síndrome de Ulises, lleva el nombre del mítico héroe que durante años viajo por el mundo imposibilitado de volver a su añorada Itaca natal.

El síndrome de Ulises descubierto por el, se describe como una situación de estrés limite, con factores vinculantes: soledad al no poder traer su familia, sentimiento interno de fracaso, al no tener posibilidad de acceder al mercado laboral, sentimiento de miedo por estar muchas veces vinculados a mafias de todo tipo, y sentimiento de lucha para sobrevivir.

Se calcula que en España puede haber alrededor de 800.000 personas afectadas. Los síntomas son depresión, que desemboca en ganas de llorar y tristeza, sentirse desorientados, pensamientos de muerte, ansiedad, irritabilidad, fuerte dolor de cabeza, fatigas por su dolor psíquico y perdida de la memoria.

nota toma de la revista Mia



1 comentario:

Anónimo dijo...

Es muy duro cuando una persona que en su país haya estudiado 5-6 años para ser alguien en la vida, llegue aquí y se ponga a trabajar en la obra o donde sea. Pero hay que pensar también que nadie nos espera aquí con los brazos abiertos, con una casa y con el empleo de nuestros sueños.
Como todo en la vida hay que luchar para poder llegar a estar donde quieremos.
Pero, por otro lado no puedo dejar de pensar que el mundo, por culpa de esto esté perdiendo a grandes profesionales.
Lo único que me queda por decir al respeto, es que una persona que de verdad valga, luchará y hará lo que sea para llegar a ser reconocido aquí o donde sea.