5/4/08

EL EFECTO LLAMADA


La idea principal al comunicar la regulación de los inmigrantes en España era terminar con la explotación de trabajadores sin papeles, esta medida fue funcional, desde el momento se logro mejorar la situación laborar y social de cientos de inmigrantes que lograron acceder a mejoras de empleos, a sistemas de créditos para bienes como pisos, coches etc. Inmigrantes que ya podían disfrutar de una situación de igualdad y de oportunidades.

Pero en que momento esto se sale de control? Y una idea necesaria para los derechos humanos y de igual de un grupo se convierte en disfuncional?

Según muchos entendidos de este tema el "efecto llamada" provoco que muchos emigraran a España en busca de esa oportunidades y facilidades de regulación. Pero el célebre "efecto llamada" no se produce porque los trabajadores que emigran a un país reciban en él la consideración de personas, de ciudadanos, y no de esclavos o de bultos, sino porque el instinto humano de supervivencia dirige sus pasos hacia donde esa supervivencia es posible. Así las cosas, yerra de nuevo el PP al condicionar su adhesión al pacto nacional sobre inmigración propuesto por el gobierno a que éste admita que se equivocó al regularizar la situación en España de cientos de miles de trabajadores extranjeros, pues, dejando a un lado la incompatibilidad entre pactar y exigir que la otra parte exprese estar equivocada, el gobierno actual no sólo no se equivocó al elevar a la condición de ciudadanos con deberes y derechos a quienes sólo eran carne de explotación, sino que con ello elevó también la dignidad de España al desterrar de ella el incipiente y ominoso sistema de castas en cuyo estrato más sufrían su estigma de "ilegales" los inmigrantes.



Lo que ha fallado no ha sido aquella regularización masiva, sino el mundo, esto es, el radicalmente injusto sistema que lo rige y por el cual una distancia que puede ser salvada en canoa divide en dos a la humanidad: a un lado los que carecen de lo imprescindible, y a otro los que gozan de lo superfluo y se dejan medio chuletón en el restaurante. Esa, y no otra, es la causa del "efecto llamada" que, lamentablemente, no puede resolverse abriendo de par en par a los desheredados del mundo nuestras fronteras, pues no sólo nuestra oferta laboral es limitada, sino también la capacidad de acogida en todos los terrenos. Vengan, pues, cuantos puedan trabajar, y sean despedidos, en espera de mejor coyuntura, aquellos a los que sólo podemos ofrecer la miseria, el delito o el vagabundeo. ¿Qué otra cosa puede hacerse?